viernes, 26 de junio de 2009

Análisis La Isla a Mediodía - Julio Cortázar

Julio Cortázar, gran escritor argentino nacido en 1914, escribió el cuento "La Isla a Mediodía". Este relato trata de un auxiliar de vuelo, Marini, quien llevaba una vida muy monótona y conformista, hasta que un día vuela sobre la hermosa isla de Xiros.
Esta isla causa un quiebre en la vida de Marini, ya que desde el primer día que la visualiza desde el avión no deja de pensar en ella y se convierte en su obsesión. Cada vez que volaban sobre la isla, Marini se acercaba a la ventanilla y la observaba. A medida que el relato avanza Marini comienza a notar más y más detalles de la isla; veía cómo la gente vivía, cómo los pescadores dejaban sus redes en la playa y cómo los nativos miraban el avión sobrevolar su isla.
Se podría interpretar que a medida que la obsesión de Marini aumenta, el narrador del cuento va acercando cada vez más las descripciones y detalles de la isla.
Un día, Marini estaba pegado a la ventanilla del avión, con sus labios pegados al vidrio sonriendo, mirando cómo un pescador miraba hacia el avión desde la isla. Es entonces cuando empieza a pensar en cómo él ya tenía todo planeado para irse a la isla de vacaciones, qué es lo primero que haría cuando llegara y decide efectuar este viaje. Es entonces cuando el narrador deja de contar los hechos desde un punto de vista externo y de un momento para otro comienza a narrar lo que podríamos interpretar como los pensamientos de Marini. “Desembarcó con las primeras luces, y el capitán lo presentó a un viejo que debía ser el patriarca”. Esto el lo que el narrador nos cuenta, pero no debemos olvidar que la narración de estos hechos parte con que Marini se encuentra pegado a la ventanilla mirando la isla, “viendo” a un pescador y cómo esté lo veía a él también. Este es el punto de quiebre de la narración, cuando Marini deja de estar en el avión y rápidamente nos transportamos a sus fantasías, a como el se imagina en Xiros. Luego de esto nos narran cómo Marini comienza a vivir el la isla e interactúa con los nativos y esto nos lleva a otro hecho que nos ayuda a darnos cuenta de que Marini nunca estuvo en la isla hasta el día en que muere. Marini mira hacia el cielo y ve un ala del avión que luego comienza a descender más y más hasta darse cuenta que el avión iba a estrellarse contra el mar. Marini corre hacia la playa y en el camino sufre algunas heridas, pero esto no lo detuvo. Él sigue corriendo hacia el avión y al llegar a la playa nada para poder salvar al único sobreviviente que podía verse. Marini logra rescatarlo y llevarlo devuelta a la playa, pero es entonces cuando nos percatamos de que el auxiliar que había salvado Marini, no era nadie más que él mismo.
Marini nunca se había encontrado en la isla de Xiros más que en su imaginación y en el día en que llega a ella finalmente muerto. Podríamos decir que su enorme deseo y obsesión son los que finalmente lo llevan hasta la isla, aunque eso le haya costado la vida, y lo que él haya pensado que era real no lo haya sido realmente.
El desenlace final de este cuento nos lleva a dos conclusiones, las cuales creo eran además los mensajes que quería transmitir el autor a través del cuento, al tomar en cuenta la gran influencia que tuvo Jorge Luis Borges en Julio Cortázar sobre la reflexión, la duda, la inconformidad y el cuestionamiento de las cosas. La primera conclusión es un llamado de atención a hacer con nuestras vidas lo que realmente queremos hacer. Qué estaba haciendo Marini volando ese avión todos los días, teniendo la posibilidad de tomarse unas vacaciones y darse el gusto de ir, poder romper con la monotonía de su vida y no conformarse con lo que tenía. Y la segunda sería un llamado a no quedarnos dormidos, nuestras vidas pasan día a día. No permitamos llegar al final de nuestros días y que sea entonces cuando nos demos cuenta de lo que hemos y lo que no hemos vivido. No deseemos solamente, hagamos nuestros sueños realidad. Como nos cuenta el narrador del relato, el deseo de Marini es el que finalmente lo lleva a la isla. Nuestro deseo y poder sobre nuestras vidas puede hacer exactamente lo mismo y más, sin tener que sufrir el trágico final de la vida de Marini.

lunes, 22 de junio de 2009

Por qué Creer

Por qué creerte a ti o a ti?
Si cuando lo más difícil es creer en mi?

Por qué creer que esto es vivir?
Suponer que lograremos asentir,
hasta el día que nos toque partir?

No nos vaya a cobrar el tiempo su paso,
sin habernos preguntado,
para qué hemos sobrellevado
la vida que se nos ha encomendado.

Mas hay también quienes reflexionan,
pero sólo eso logran
ya que sus deseos conforman.

Viven soñando
o sueñan viviendo,
pero sólo terminan sufriendo
lo que en sus corazones va muriendo.

No se nos vaya a confundir el vivir
con el vago concepto de existir.

Pues para mi vive
aquel que su vida ha cuestionado
y no tan sólo aceptado.

Pues para mi la vida es más bien un misterio enterrado,
que un tesoro regalado.


Natalia Gudenschwager

lunes, 8 de junio de 2009

Juan Rodríguez de Quillota

Quillota. Un bello pueblo para conocer, aunque quizás no tan bello para vivir.
Yo vivo aquí, en el campo, con mi señora y mi hija. Mi patrón nos deja quedarnos en una casita cerca del granero. A veces pasan noches en que no podemos dormir por el ruido de los animales, pero no importa, estoy agradecido por lo que mi patrón nos da, él nos entiende.
Todos los días me levanto tempranito, a penas canta el gallo, a dar una vuelta por el fundo. Hay muchos animales en este campo, es que mi patrón es muy bueno para los negocios. Debe haber tantos caballos como para poder usar uno distinto todos los días del año, y debe haber tantas vacas como para poder darle leche a todos los niños de nuestro pueblo. Por las mañanas me preocupo de que todos reciban su desayuno.
Después de hacer las tareas de la mañana, puedo entrar por la puerta del patio a la casa de mi patrón y sacar pan para mi señora y mi hija. Ellas dicen que es poco, pero yo digo que es suficiente, después de todo si no estuviéramos aquí estaríamos en la calle sin siquiera una frazadita para el invierno.
Después de comer, vuelvo a ver a los caballos. Me aseguro de que corran lo más que puedan para que se mantengan saludables. Luego voy donde las gallinas y saco los huevos para la once de mi patrón. Después voy rapidito al corral de las ovejas, para ver cómo va la lana y cuándo va a haber que cortarla de nuevo. El resto del día estoy con las vacas, ordeñándolas y llevándolas a las praderas más verdes. Por último, me aseguro de dejar a todos los animales bien seguros en sus corrales y en el granero. Entonces llego devuelta a la casa y está mi señora esperándome con otro pancito antes de ir a dormir. A veces termino cansado, pero trato de no quejarme. No vaya a ser que mi patrón me escuche y nos saque cascando de su campo.
Hoy día me levanté a trabajar como cualquier día. Me vestí para ir a darles desayuno a los animales. Estaba muy contento porque la noche anterior dormimos muy bien. Los animales no habían metido ruido como todas las noches, se habían portado bien. "¡Más comida para ustedes hoy!” decía mientras caminaba hacia el granero y reía. De pronto, miré hacia el fondo del campo, donde siempre estaban las vacas esperando a su desayuno, pero no estaban. Algo raro estaba sucediendo. Entonces corrí hacia allá y a medida que avanzaba todo comenzó a aclararse. Las vacas si estaban, sólo que no como siempre. Todas yacían sobre el suelo, casi no se podía distinguir el pasto entre ellas. De la noche a la mañana todas habían muerto. Era como si alguien hubiese esparcido una peste entre ellas durante la noche, y ninguna hubiese logrado sobrevivir.
Corrí más rápido que nunca a ver como estaban los caballos, pero fue inútil. Llegué nuevamente demasiado tarde. Todos habían muerto, al igual que los chanchos, las ovejas y las gallinas. ¿Quién pudo hacer algo tan cruel? Tengo que avisarle a mi patrón. Corrí a su casa y cuando estuve lo suficientemente cerca, pude distinguir que había mucha gente. Estaban los vecinos, el alcalde, la familia de mi patrón y cuatro hombres que nunca había visto, altos y muy serios. Mi patrón estaba afuera. Supuse que ya todos sabían lo que había ocurrido, pero nadie dejaba de mirarme. Todos susurraban. Entonces mi patrón apartó al resto de la gente y se puso frente a mí. No parecía mi patrón, se veía completamente distinto, muy nervioso y su mirada reflejaba un miedo pavorizante. ¿Qué estaba ocurriendo? Su frente no dejaba de sudar.
Fue entonces cuando me dijo: “Siempre confié en ti, Juan. ¿Cómo pudiste hacernos esto?”. Traté de explicarle, de hacerle entender que yo no era el culpable de tal crimen. Nunca habría traicionado su confianza. Entonces dos hombres me cogieron por los brazos y amarraron a mi boca un trapo fuertemente. Pude ver que mi señora y mi hija corrían hacia mí desde lejos. Luego el alcalde desenrolló un papel que traía consigo y comenzó a leer lo que, al parecer, todos estaban esperando: “Señor Juan Rodríguez Espinoza: acusado de asesinato y traición. Su pena será sometida a votación por los que se encuentran aquí presentes. Todos los que estén a favor de condenar a pena de muerte al señor Juan Rodríguez Espinoza, por favor levanten su mano”.
Y así fue como vi a cada uno de los presentes, incluso mi patrón y su familia, levantar sus manos. Pude ver también como otros hombres sostenían a mi mujer y a mi hija. Traté de calmarlas y de decirles que todo iba a estar bien, que mi patrón ya iba a darse cuenta de que todo era un malentendido, pero no pude articular ninguna palabra. Tenía ese trapo en mi boca y, antes de que pudiese darme cuenta, me ponían un saco sobre la cabeza.
Lo último que vi fue el campo, Quillota, un bello pueblo para conocer, aunque quizás no tan bello para vivir.


Natalia Gudenschwager B.

domingo, 7 de junio de 2009

Si - Francisco Luis Bernárdez

Si para recobrar lo recobrado debí perder primero lo perdido, si para conseguir lo conseguido tuve que soportar lo soportado,
Si para estar ahora enamorado fue menester haber estado herido, tengo por bien sufrido lo sufrido, tengo por bien llorado lo llorado.
Porque después de todo he comprobado que no se goza bien de lo gozado sino después de haberlo padecido.
Porque después de todo he comprendido que lo que el árbol tiene de florido vive de lo que tiene sepultado.